Traducir emociones: lo que he aprendido en el colegio

Trabajar como psicóloga en un colegio ha sido, sin duda, una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida profesional.

A lo largo del tiempo, he aprendido que la conducta de un niño casi nunca es solo lo que parece: muchas veces es una forma de pedir ayuda, de decir “aquí pasa algo”, aunque no puedan expresarlo con palabras.

Hace poco, mi directora me contó algo que me pareció un ejemplo perfecto de esto. Había una niña de unos 3 años que lloraba sin parar, y al principio las maestras no entendían qué le pasaba. No estaba peleando con nadie, no parecía enferma ni se había caído. Solo lloraba, cada vez más fuerte. Fue hasta que ella entendió que era agua lo que quería. La niña tomó un poco… y se calmó.

Era sed. Eso era todo. Pero para esta niña, que aún no sabe verbalizar claramente lo que siente o necesita, su única forma de expresarlo fue llorar. Y esto pasa mucho más seguido de lo que imaginamos.

Con el tiempo, he aprendido a hacerme una pregunta distinta cuando un niño “se porta mal”, llora, grita o se aísla: ¿Qué está necesitando?
Porque muchas veces no se trata de mala conducta, sino de una necesidad no atendida: agua, sueño, atención, seguridad, un abrazo.

Cada día en el colegio me recuerda que los niños están constantemente comunicando. Tal vez no con palabras elaboradas, pero sí con miradas, gestos, silencios, movimiento, o llanto. Y cuando somos capaces de escuchar ese lenguaje, todo cambia. No se trata de “corregir” a los niños, sino de entenderlos.

La escuela no es solo un lugar para aprender letras y números. También es el espacio donde se forman las bases de la inteligencia emocional. Ahí es donde los niños empiezan a conocerse, a regularse, a convivir con otros, a expresar lo que sienten. Y como adultos, nuestro rol es ayudarles en ese proceso.

Traducir emociones a través de la conducta no es una habilidad mágica, pero sí es una mirada sensible que se entrena con práctica, empatía y mucha observación. Y en mi caso, con muchas ganas de seguir aprendiendo de ellos, cada día.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *